=no hay pedo,

yo aquí te espero=

Llevo un rato aquí sentada, me duelen los pies como si me hubieran lijado las plantas pero no importa, cruzo las piernas y dejo descansar un pie, pasa un rato y los invierto para dejar descansar el otro. Desde que llegué pedí un café frío, es grandote así que aguanta. Traigo un libro de Auster, yo puedo leer. De hecho, ya leí el cuento más largo de la trilogía pero igual, puedo empezar a leer otro. Me he fumado en promedio 2 cigarros por hora, eso es bueno ¿no? Incluso, tengo la oportunidad de escuchar ésa música que me hace recordar a mi abuela y eso siempre es una buena oportunidad. No hay otra persona sentada en todo el lugar, así que no puedo distraerme con nadie; pero hay libros en los estantes y cuadros en las paredes, así que de igual forma me puedo entretener. Falta muy poco para que el mesero se convierta en mi amigo, ha venido a visitarme más de 10 veces y en la novena ya me tuteaba. El celular me avisa que dices: YA VOY y yo digo en voz alta: “no hay pedo, yo aquí te espero”.