Jun 21, 2006

= La mujer del gnomo =


Cuando tengo que decir adiós y no quiero, prefiero convertirme en un zombie.
Un zombie que cuenta con la única opción de responder sólo a los estímulos, como cualquier especie menor.
Un zombie que se permite pensar en cosas que no le importan, porque en ese momento es lo único que no le duele pensar.
Un zombie que sonríe cuando hay que sonreír y canta cuando la música sube el volumen.
Un zombie que no duerme, porque los zombies no duermen.

Cuando sólo cuento con una oportunidad para despedirme y el abrazo no es opción, quisiera convertirme en gnómida*.
Una gnómida que puede meterse en algún pequeño espacio de su vida para acompañarlo sin molestar.
Una gnómida que pudiera mostrarle que aunque es pequeña, tiene pequeñas cosas muy lindas que no alcanzó a conocer.
Una gnómida que no tendría problema en enviarse dentro de una bolsa, con sus mejores intenciones y los discos que no alcanzaron a escuchar juntos, y que está segura que le encantarían.
Una gnómida que aguarda en silencio, porque las gnómidas ante todo son unas damas.

Pero cuando no tengo más opción que escribir unas cuantas páginas y dejarle al tiempo que haga lo propio, prefiero ser una vieja.
Una vieja que pueda contarle a quién se deje, cómo finalmente terminó de doler todo esto.
Una vieja que con su sabiduría podrá explicar porqué tuve que decir adiós si no quería.
Una vieja que espera serenamente la muerte, mientras reparte amor a sus gatos desde una mecedora.
Una vieja aun más ciega, que ni entonces pudo reconocer que ese amor nunca existió.






*La mujer del gnomo, la gnómida, era mucho más pequeña que él pero en cambio era muy hermosa: una dulce sonrisa mantenía siempre abierta en su boca pequeña, su voz recordaba al sonido sutil de las cuerdas de un arpa; su extraño vestido ofrecía mil reflejos y aumentaba su esplendor; sus diminutos pies blancos estaban calzados con unas babuchas formadas una de esmeralda, la otra, de rubí. Esta singular y misteriosa dama, silenciosa y taciturna por naturaleza, tenía por misión guardar los diamantes que la tierra escondía en su seno.

2 comments:

Nefer said...

hay gnòmidas que valen mucho màs que unos pelos enchinados a chaleco y unas tetas de plastico

Unknown said...

achis achichis neferusza.... eee... los zombies son chidos, comen gnomos y sueñan en tecnicolor.